Estaba subiendo ya las escaleras cuando alguien le salió al encuentro: una figura nerviosa, de cabello blanco y azulado y ojos rojizos que chispeaban con urgencia.
- ¡Jack! Te estaba buscando.
- ¿Qué pasa Kimara? -preguntó él, tratando de calmarla; parecía muy preocupada.
- Tienes que venir... Victoria... rápido...
Jack se irgiuó como si hubiese recibido una descarga eléctrica.
- ¿Qué le pasa? -preguntó, con una nota de pánico en la voz. Se maldijo a sí mismo por haberla dejado sola, aunque fuera solo un instante, y echó a correr escaleras arriba a grandes zancadas. Kimara lo alcanzó.
- El shek está con ella -explicó.
- ¿Christian está con ella? -Jack se relajó; parecía ser una de las pocas personas de la torre que sabía que Victoria estaría segura si el hijo del Nigromante la velaba.
-Leestáechandounconjurooalgoparecido -Kimara estaba tan nerviosa que habló atropelladamente, como solían hacer los yan -. Suenaextrañoseráunmaleficio...
- Calma, calma. No va a hacerle daño.
Los ojos de Kimara relucieron de furia.
- ¿Cómo puedes hablar así? ¡Ese malnacido estuvo a punto de matarte!
Jack respiró hondo. Miró a Kimara. Todavía se le hacía raro verla con la túnica de aprendiz que le habían proporcionado los magos.
- Iré a ver -le dijo para tranquilizarla.
- Voy contigo.
-Pero en silencio. No debemos interrumpirlos.
Kimara lo miró sin comprender, pero no preguntó nada más.
Subieron varios pisos más hasta la habitación de Victoria. Jack retuvo a Kimara en el pasillo y le impidió asomarse. Se pegaron a la pared y escucharon.
La voz del shek llegó hasta ellos, apenas un suave susurro, en un canto que parecía estar destinado solo a los oídos de Victoria, y cuyas palabras Kimara no podía comprender. Pero para Jack estaban llenas de significado, y sonrió.
- No es un maleficio -le susurró a Kimara.
- Entonces, ¿qué es? -preguntó ella en el mismo tono.
La sonrisa de Jack se hizo más amplia.
- Es una canción de amor.
Kimara lo miró, perpleja.
- No es posible.
- Míralos -la invitó Jack.
Se asomaron con precaución, para no ser descubiertos, y contemplaron la escena, sintiéndose culpables, sabiendo que estaban espiando un momento íntimo. Pero Victoria no estaba en condiciones de reprochárselo, y Christian parecía tener los ojos solo para ella. La joven seguía pálida, yerta, con aquel horrible agujero de nada en su frente, sin ser capaz de moverse ni de reaccionar. Christian la acunaba entre sus brazos, con infinita ternura, mientras le cantaba al oído las palabras de la canción que había compuesto para ella tiempo atrás.
Nobody could reach me,
Nobody could defeat me,
Standing alone in my kigdom of ice.
Frost and darkness, poison and silence,
And I liked it, my lady of light.
But I'd never seen a soul like yours,
Shining like nothing I knew before,
A new star warming my life,
So precious, so brilliant, so painful,
And I needed it, my lady of light.
So I looked for you, babe
And the moon showed me your face,
The waters whispered your name,
The winds brought me your smale.
What can I do, oh, what can I do?
If you're the only one
I shoul not look?
You could have anyother face,
Anyother name, anyother smell.
You could be anyone else,
But you, oh, you, why you?
I tried to keep you out of my way,
Tried to defeat this damned fate,
But no ice can feeze your smile,
And I like you, my lady of light
And I need you, my lady of light.
What can I do, oh, what can I do?
IF you're the only one
I should not look?
You could have anyother face,
Anyother nakme, anyother smell.
You could be anyone else,
But you, oh, you, why you?
Laura Gallego García
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