Eres mi visita número

domingo, 9 de enero de 2011

El mapa del merodeador y Snape.

Snape enseñó los dientes, irregulares y amarillos.
- ¡Da la vuelta a tus bolsillos, Potter! -le ordenó de repente.
Harry no se movió. Oía los latidos que le retumbaban en los oídos.
- ¡Da la vuelta a tus bolsillos o vamos directamente al director! ¡Dales la vuelta, Potter!
Temblando de miedo, Harry sacó muy lentamente la bolsa de artículos de broma de Zonko y el mapa del merodeador.
Snape cogió la bolsa de Zonko.
- Todo me lo ha dado Ron -dijo Harry, esperando tener la posibilidad de poner a Ron al corriente antes de que Snape lo viera -. Me lo trajo de Hogsmeade la última vez...
- ¿De verdad? ¿Y lo llevas encima desde entonces? ¡Qué enternecedor...! ¿Y esto qué es?
Snape acababa de coger el mapa. Harry hizo un enorme esfuerzo por manternerse impasible.
- Un trozo de pergamino que me sobró -dijo encogiéndose de hombros.
Snape le dio la vuelta, con los ojos puestos en Harry.
- Supongo que no necesitarás un trozo de pergamino tan viejo -dijo-. ¿Puedo tirarlo?
Acercó la mano al fuego.
- ¡No! -exclamó Harry rápidamente.
-¿Cómo? -dije Snape. Las aletas de la nariz le vibraban -. ¿Es otro precioso regalo del señor Weasley? ¿O es... otra cosa? ¿Quizá una carta escrita con tinta invisible? ¿O tal vez... instrucciones para llegar a Hogsmeade evitando a los dementores?
Harry parpadeó. Los ojos de Snape brillaban.
-Veamos, veamos... -susurró, sacando la varita y desplegando el mapa sobre la mesa-. ¡Revela tu secreto! -dijo, tocando el pergamino con la punta de la varita.
No ocurrió nada. Harry enlazó las manos para evitar que temblaran.
-¡Muéstrate! -dijo Snape, golpeando el mapa con energía.
Siguió en blanco. Harry respiró aliviado.
-¡Severus Snape, profesor de este colegio, te ordena enseñar la información que ocultas! -dijo Snape, volviendo a golpear el mapa con la varita.
Como si una mano invisible escribiera sobre él, en la lisa superficie del mapa fueron apareciendo algunas palabras: «El señor Lunático presenta sus respetos al profesor Snape y le ruega que aparte la narizota de los asuntos que no le atañen.»

Snape se quedó helado. Harry contempló el mensaje estupefacto. Pero el mapa no se detuvo allí. Aparecieron mas cosas escritas debajo de las primeras líneas: «El señor Cornamenta está de acuerdo con el señor Lunático y sólo quisiera añadir que el profesor Snape es feo e imbécil.»
Habría resultado muy gracioso en otra situación menos grave. Y había más: «El señor Canuto quisiera hacer constar su estupefacción ante el hecho de que un idiota semejante haya llegado a profesor.»
Harry cerró los ojos horrorizado. Al abrirlos, el mapa había añadido las últimas palabras: «El señor Colagusano saluda al profesor Snape y le aconseja que se lave el pelo, el muy guarro.»

Harry Potter
y el prisionero de Azkaban.

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