Eres mi visita número

jueves, 4 de octubre de 2012

Segunda semana.

La empecé viendo la película de miedo más bodrio que he visto en mi vida. ¿Su título? Las colinas tienen ojos. Definitivamente no se la aconsejo ni a mi peor enemigo. Diálogos escasos, miedo inexistente, y mejor no hablemos del argumento. Digamos que Los deformados por las pruebas de bombas atómicas no son gente muy maja.
Aquella noche me dormí a las tres de la mañana como muy pronto, con lo único que me he traído desde casa mi peluche de Renji. Cerré la puerta, no había ganas de que a los graciosillos de los veteranos les dieran por hacer bromas absurdas por la noche.
Podéis imaginaros cómo desperté al día siguiente a las siete de la mañana para ir a clase. Eso debería estar prohibido, señores. Es inhumano hacernos levantar tan pronto un lunes. Al menos la clase que tenía a primera hora era básicamente coger apuntes. Después de que pasaran las dos horas que duraban la primera clase me tocaba con la señora más aburrida y ridícula que he tenido jamás como profesora. Peor que "la" pronunciation, que nunca pensé que hubiese una persona igual o peor que esa sobre la faz de la Tierra. Aunque la verdad no sé de qué me sorprendo. La profesora no es que solamente sea aburrida, no, es que es mucho más que eso. Se ríe de sus propios chistes, si a eso se les puede llamar así, porque, si os digo la verdad, no creo que ni ella entienda por qué se ríe. Además de eso, lleva unos trajecitos y la cara más operada que la mismísima Preisler. Para que luego digan que los profesores de Universidad no ganan dinero. 
Después de darle el papel con las ocho malditas ideas que hayamos sacado en clase Belén y yo, al menos tengo una compañera al lado con la que hablar, nos fuimos a la última clase, pero otra vez de dos horas, que era Inglés. 
Era la primera clase de esa asignatura que teníamos. Esta chica, española que conste, es la que nos va a dar Gramática durante este primer semestre. Qué decir de la clase. Una de las más soporíferas que he vivido en mi vida, y mira que han sido muchas. No me gusta como explica lo poco que ha explicado, y me pone de los nervios cuando habla. No trago su pronunciación.
Lo que hicimos por la tarde en la residencia lo tengo algo confuso, la verdad. Pues me tengo que leer uno de los libros más maravillosos y fáciles de leer del mundo. En español antiguo. ANTIGUO. Me encerré en mi cuarto, por cierto que nos petaron el timbre, me puse a mis queridos Apocalyptica y procedí a ponerme a leer. NO PUDE. Me dormía, me desesperaba y no había manera de tragar aquello.
Por la noche nos fuimos a las novatadas en pijama. Ahí fue cuando me resfrié... La única vez que he pasado tanto frío fue en Pamplona el año pasado.
Y a las dos, otra vez, para la camita.
El martes. De nuevo clases, no podía ni mover el bolígrafo al escribir, los dedos se me agarrotaban y mi cabeza se quedaba dormida. (O con un bizcochito bailando en el cerebro, como dice Leja, uno de mis vecinos). La segunda hora de nuevo con la Preisler. Mejor no comento nada, un rollazo como siempre. Luego tocaba historia, ¿qué decir? Bué. El tipo no sé cuántas veces nos definió la palabra Historia. No sabía yo que podría significar tantas cosas la maldita palabreja. Las dos últimas horas inglés de nuevo. Esta vez nos tuvimos que mover de edificio, ahora tocaba con el segundo de los profesores que imparten esta asignatura. Este nos enseñará a escribir y a escuchar en inglés. ¿Su acento? Solo tiene una palabra para definirse: GAYGAYGAYGAY. 
Por la mediodía: a comer a la cafetería de abajo. Solo comentar una cosa. ¿Tanto les costaba hacer bien las malditas patatas fritas? ¿O es que tengo que enseñarles yo cómo hacerlas?
Luego tocaba novatadas de nuevo. Esta vez bajamos de blanco. Nos pusieron de mierda hasta el culo, las tetas en mi caso. Mi estómago dio un vuelco tremendo al caerme al suelo en una de las pruebas, y luego encima me dieron de beber. Y yo no estoy acostumbrada a tanto y tan deprisa. Pensaba que iban a ser más duras, pero la verdad es que se hizo corto. Ahora sí, la ducha que me pegué luego al subir a la Residencia no debería habérmela tomado ese día.
Miércoles. No fui a clase, así directamente. Me fui con Daniel, Guadalupe y Andrea al centro de León y me compré el billete para irme el jueves que viene a Logroño. POR FIIIIIIIIIIIIIIIN. Aunque aquí se está muy bien, la verdad. Por la tarde me la pasé en mi habitación durmiendo mientras mis compañeros tenían clase, y luego me quedé hasta las dos viendo Breaking Bad.
Jueves, hoy. Me he levantado una hora antes para que luego resultase que no tenía clase. Olé por mi. He pasado la hora en el pasillo dibujando. Luego clase de lingüística, la de coger apuntes. Más tarde con la Preisler. La siguiente hora he tenido inglés con el nativo de Irlanda. Al menos hay un profesor de inglés que me agrada. Tenemos que hacer un blog en inglés porque vamos a comunicarnos con Alemanes, Israelís e Ingleses por el ordenador. Esto me gusta cada vez más. Y la última hora la he pasado cotilleándole al móvil al Heavy de delante mía, no he conseguido ver una mierda, pero al menos me he entretenido. (Por cierto, no, no me gusta. Raro, ¿verdad? Pues ya veis). Luego después de comer POR FIN HE VISTO EL PRIMER CAPÍTULO DE LA 8ª TEMPORADA DE SOBRENATURAL. ¿Qué decir, qué decir? Cada día amo más y más a Crowley, aunque es el hijo de puta más grande del mundo mundial. Un demonio tendría que ser. (Shh, no se lo digáis a nadie, pero he tenido un pequeño subidón cuando ha salido Crowley). Aunque hoy me he reído de él a más no poder. La parte de las cabras... No, no puedo.
Bueno, ahora quieren salir a beber, pero no sé qué haré. Más de una vez pienso, ¿qué diría Crowley si me viera bebiendo calimotxo. Él, que no puede beber ni el whiskey de Bobby?
Y mañana FIESTAAAAAAAAAAAAAAA. Así que a dormir la mona casi todo el día.

P.D. Os dejo una foto de cómo acabaron mis zapatillas después de las novatadas.

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